Vivir en un pueblo abandonado

El abandono de las zonas rurales y el hecho de que la natalidad en España presente unas cifras tan bajas han hecho que muchos pueblos se hayan ido quedando sin habitantes.

La existencia de pueblos fantasma, que en un principio se vivió como una curiosidad es ahora una realidad muy presente en algunos lugares del interior. Pero curiosamente, al tiempo que se producía este fenómeno de despoblación, se ha generado curiosidad por parte de otras personas por la posibilidad de instalarse en ellos y vivir una vida alejada del bullicio de la gran ciudad.

¿Personas antisociales? ¿Ermitaños? ¿Aventureros? Sea cual sea su definición, este tipo de personas que gustan del aislamiento, existen, y son las más interesadas en este tema.

En realidad, vivir en un pueblo abandonado tiene tanto ventajas como inconvenientes, y tan solo el modo en que abordes la situación determinará si es o no para ti. Por ejemplo, no tendrás que pagar hipoteca ni alquiler, y podrás elegir la casa del pueblo en la que quieras instalarte. No tendrás vecinos que te molesten y todo el pueblo será tuyo.

Ahora bien, ya sabes que vivir en un pueblo abandonado implica tener que trasladarte para cualquier cosa por pequeña que sea. Al no haber comercios ni servicios en él, deberás contar con un medio de transporte con el que poder ir al lugar más próximo. Por otro lado, contar con suministros puede ser un problema que necesitarás abordar.

Dado que es posible que en algunos de ellos ya no haya posibilidad de conectarse a la red eléctrica, entre tus gastos tendrás que contabilizar el precio de alquiler del grupo electrógeno con el que te proveerás de energía para iluminarte y calentarte.

¿Y qué hay de las urgencias médicas? Si tienes un problema medianamente grave de salud como una apendicitis, olvídate de que venga una ambulancia a recogerte. Por lo general, por muy romántica o aventurera que suene la idea, lo normal es que solo los más osados se atrevan a llevarla a cabo, y está por ver durante cuánto tiempo. Una opción mucho más práctica es la de instalarse en poblaciones con pocos habitantes, en las que, aunque pueda haber problemas parecidos, muchos de ellos están ya resueltos por quienes viven allí desde siempre. Estos pequeños pueblos reciben con los brazos abiertos a nuevos vecinos, y por lo general se esfuerzan en ayudar en todo lo posible.

Imagen: Pixabay

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